miércoles, 29 de septiembre de 2010

Efimero.

La alegría es efímera. La noche, la luz, el cielo apagado es efímero, el ruido, los ojos brillantes, la gente es efímera, las bocas abiertas de asombro, los helados que se derriten en las manos trémulas de unos niños aún víctimas de la inocencia, el hombre, tan sorprendente él, efímero, y la mujer, tan única ella y tan efímera, la arena, la sal, el mar. En cierta medida todo es efímero, todo puede acabar escapándose de nuestro tacto, todo es tan único que nosotros lo convertimos en costumbre y hacemos que pierda su grado de grandeza. 

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