Duermo entre camas de posibilidades y almohadas de esperanzas. En el tiempo que se funde de nuevo la bombilla, quizás todo haya cambiado ya. Puedo cambiar de piel y de vida, puedo y quiero, pero mi fuerza pierde aceite con cada suspiro. Puede ser que olvide el naranja, puede ser que me entregue al chocolate, puede ser que visite un camino sin regreso. En la cuerda floja del sentido de una palabra, no creo en el futuro porque nunca me deja mirarle a la cara. Por eso siempre miro a arriba, para perderme entre mis propias nubes, y de vez en cuando sentarme al lado del cielo.
Ganas de mi, de sonrisas nocturnas, de deseos cumplidos, de velas sopladas, de entregas a domicilio, de miedos sin nombre, de agujas sin dolor, de te quieros sin mentiras, de música sin anestesia, de corazones sin cristales, de mordiscos sin enfados
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